miércoles, 7 de mayo de 2014
Rita Pérez
Yo acompañé en todo ese tiempo a mi esposo, sujeta a todas las vicisitudes de la guerra, y aunque nunca se vio que Yo empuñara las armas, ocupando, como mi esposo, los lugares más peligrosos del combate, estuvé siempre rodeada de inminentes peligros, luchando sin cesar en favor de la Independencia, con la inteligencia y el corazón, ora dando voces de aliento a los combatientes, ora curando las heridas de los soldados ora proporcionando toda clase de auxilios a los moribundos y en todo caso comunicando a todos los que la rodeaban, la constancia, la paciencia, la abnegación y el valor del que Yo misma era un ejemplo mismo en las grandes contrariedades que se presentaban.
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